La vida al desnudo: voces de Ruanda (fragmento)Jean Hatzfeld
La vida al desnudo: voces de Ruanda (fragmento)

"La escuela de Cyugaro, reconstruida en ladrillo, acoge en la actualidad veinticinco clases de primaria en las que los alumnos hutus y tutsis comparten los bancos. En el pueblo la mayoría de las casas de tierra están resquebrajadas o hundidas, y el baldío invade los jardines. Cinco kilómetros separan la escuela de los pantanos. El único camino que conduce hasta allí atraviesa campos de mandioca y pasa ante los muros de dos villas incendiadas. Las flores amarillas de unos árboles llamados iwuwa y las flores rojas de otros llamados umuko embellecen la sabana, recorrida por grupos de niños que buscan coles silvestres. Luego el sendero se adentra en un bosque de eucaliptos, luminoso gracias a la altura de los árboles.
Al otro lado del bosque reaparece la inmensidad verdosa. Tras bajar una pendiente empinada y cruzar una franja de plataneras silvestres, se llega a los pantanos. Lo primero que se percibe es una maraña inextricable de papiros y cañas podridos por el agua. Sin embargo, es posible penetrar en esa maraña levantando con los brazos las masas de tallos. El suelo, esponjoso en la estación seca y fangoso en la estación de las lluvias, huele a cieno putrefacto. El caminante se hunde hasta la pantorrilla a cada paso. Un zumbido de moscas, mosquitos y libélulas sirve de fondo a las risas melodiosas de los ibis y a los gritos agudísimos de los macacos y los talapoin negros, cuyas acrobacias se adivinan. Al detenerse, si uno se muestra paciente, oye también el gruñido de los cerdos salvajes, invisibles, o el roce contra las altas hierbas de los gráciles sitatungas, los antílopes de los pantanos. "



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