Casa de juegos (fragmento)Daína Chaviano
Casa de juegos (fragmento)

"Gaia no insistió porque el vértigo volvió a adueñarse de ella. A duras penas logró mantener el equilibro, apartando troncos, muros y paredes que se le echaban encima. Más que un vahído, se trataba de una sensación volátil que alteraba sus percepciones y parecía multiplicar los estímulos. En el interior de la casa, se dejó conducir hasta una escalera que la llevó a la planta alta. Por primera vez se percató de la existencia de un piso superior.
Bajo sus pies, el suelo mutaba, ora emergiendo como un farallón, ora hundiéndose como un pantano. Gaia se resignó a lo irremediable: allí era imposible ingerir algo que no tuviera un efecto devastador. Tal vez fuera el destino de quien se adentraba en aquel averno: alucinar sin tregua, confundir el rumbo, perder para siempre la certeza de lo que es verdadero... y todo ello, con la angustia de quien desea escapar y no puede. La idea de estar muerta se alojó en su ánimo consecuentemente. ¿En qué momento habría ocurrido? ¿En cuál de esos giros de su existencia? ¿Quizás en un accidente que no recordaba? La sensación de incertidumbre iba y venía. Se aferró a la esperanza de hallarse en un infierno transitorio.
Salones desiertos, ajenos al habitual bullicio de la mansión, las llevaron hasta una puerta custodiada por gárgolas de piedra. La habitación no era muy grande, pero parecía amueblada como un pequeño apartamento: una mesa, dos sillas, un escaparate y, en el centro, la cama de cuatro pilares. Oshún se dirigió a la ventana y separó sus hojas de vidrio para permitir el paso de la brisa. "



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