Autobiografía (fragmento)Benjamin Franklin
Autobiografía (fragmento)

"Desde la infancia me encantaba leer, y todos mis ahorrillos los gastaba en libros. Sobre todo me fascinaban los libros de viajes. Lo primero que compré fueron las obras de Bunyan en tomos sueltos. Más tarde los revendí, y, con lo que saqué, me compré las colecciones históricas de R. Burton, que eran pequeños volúmenes, en número de cuarenta o cincuenta. La pequeña biblioteca de mi padre se componía principalmente de libros de apologética religiosa, que yo leí en su mayor parte. A menudo he lamentado que en aquella época, en la que sentía tanta avidez por saber, no dispusiera de libros más idóneos, sobre todo una vez que se decidió no prepararme para la carrera eclesiástica. Entre aquellos libros figuraban las Vidas de Plutarco, que leí con fruición y que pienso que no me hicieron perder el tiempo. También había un libro de Defoe titulado Essay on Projects y otro del doctor Mather titulado Essays to do Good, que quizás influyeran en mi forma de actuar ante algunos de los más importantes acontecimientos de mi vida posterior.
Esta inclinación libresca mía indujo por fin a mi padre a darme el oficio de impresor, a pesar de tener ya un hijo (James) en esa profesión. En 1717 regresó mi hermano James de Inglaterra trayendo con él una prensa y los tipos de imprenta necesarios para iniciar un negocio de impresor en Boston. Ese oficio me atraía bastante más que el de mi padre, aunque seguía sintiendo una añoranza por el mar. Para prevenir los perniciosos efectos de tal inclinación, mi padre no veía el momento de verme de lleno vinculado como aprendiz en el negocio de mi hermano. Me resistí durante algún tiempo, pero terminé por dejarme persuadir y firmé el contrato de aprendizaje cuando no tenía más que doce años. Debía servir como aprendiz hasta los veintiún años y solamente recibiría jornal como oficial el último año. En breve espacio de tiempo aprendí mucho y empecé a ser una buena ayuda para mi hermano. Pude disponer de mejores libros. Mis relaciones con los aprendices de los libreros me permitieron tener libros prestados, que leía en seguida y devolvía con gran cuidado de no estropearlos. Frecuentemente me ponía a leer en mi cuarto casi toda la noche para devolver al día siguiente el libro, sin que lo echaran en falta.
Después de algún tiempo, un comerciante de libros llamado Mr. Matthew Adams, hombre culto y prudente, poseedor de una hermosa colección de libros, que frecuentaba nuestra imprenta, se fijó en mí y me invitó amablemente a ver su biblioteca y a tomar prestados los libros que yo deseara leer. De aquella época viene mi gusto por la poesía; incluso llegué a hacer pequeñas composiciones. Mi hermano, pensando que quizá fuera provechoso, me animó a componer dos baladas. Una de ellas se titulaba La tragedia del faro sobre el naufragio del capitán Worthilake y de sus dos hijas; el otro se titulaba Canto de un marino cuando se apresó al famoso Teach, también conocido por «Barbanegra el Pirata». Eran unas composiciones horribles, de un estilo popular, y cuando se editaron mi hermano me mandó a venderlas por la ciudad. La primera se vendió sorprendentemente bien, quizá porque el hecho que relataba era de gran actualidad y había tenido gran resonancia. Tal éxito halagó mi vanidad, aunque mi padre se encargó de desanimarme ridiculizando mi publicación y diciéndome que los versificadores eran en general poco menos que mendigos. Así es como me libré de convertirme en poeta probablemente malo. Sin embargo, como escribir en prosa me ha sido de gran utilidad a lo largo de mi vida, y una de las principales causas de mi progreso, explicaré cómo en tal situación adquirí la escasa habilidad que puedo tener al respecto. "



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