Diario de viaje (fragmento)Benjamin Franklin
Diario de viaje (fragmento)

"Miércoles, 28 de septiembre.
Hemos tenido vientos cambiantes y tiempo variable la noche pasada, acompañados de abundante lluvia; ahora el viento vuelve a soplar del Oeste y no hay más remedio que tener paciencia. Esta mañana hemos recogido algunas ramas de sargazos (que se extienden desde las islas occidentales hasta las costas americanas); y entre ellas había una que tenía algo singular. Como todas, tenía hojas de más de dos centímetros de largo, el borde dentado y un fruto en forma de cereza amarilla y hueco en su interior; pero, además de ese fruto, llevaba otro de aspecto animal de lo más sorprendente. Era una especie de molusco en forma de corazón cuya base salía de la rama y tenía contextura cartilaginosa. Adheridos a esa rama pudimos contar como unos cuarenta de estos vegetales-animales, de los que los más pequeños contenían una sustancia semejante a la carne de la ostra, y los más grandes tenían movimiento. Abrían sus valvas a cada momento y proyectaban al exterior un conjunto de patas a medio formar, no muy diferentes de las de los cangrejos; el interior era de la misma materia gelatinosa y blanda. Mirándola más de cerca pude advertir en esta rama de sargazo un minúsculo cangrejo que corría entre sus hojas, tan pequeño como la cabeza de un clavo de diez peniques, de color amarillento, similar al de la propia planta. Todo esto me dio motivos para pensar que era una hijuela de la rama y que no hacia mucho había estado en la misma fase que los otros embriones que seguían encerrados en sus valvas, de donde seguramente procedería por generación; eso, y todo el resto de las extrañas características de la rama y sus frutos, me indicaron que terminarían convirtiéndose en cangrejos a su debido tiempo. Para fortalecer mi suposición, decidí conservar la rama en agua salada y renovar ésta cada día hasta desembarcar, al objeto de observar si, en efecto, nacían los cangrejos, y recuerdo que durante nuestro último día en calma vimos sobre la superficie del mar un cangrejo de grandes proporciones que iba de una a otra rama de las que estaban alrededor, como tratando de comerse algo, y también recuerdo que con frecuencia he visto en Boston, Nueva Inglaterra y en Portsmouth, Inglaterra, pequeños cangrejos, con una concha de caracol a la espalda, nadar en aguas saladas. Es probable que la naturaleza les proporcionase esas conchas duras para protegerse hasta tanto desarrollasen la suya propia, y una vez solidificada ésta, se desprenderían de su refugio provisional, aventurándose con sus propios medios. Son tan corrientes las metamorfosis entre los gusanos de seda, mariposas e insectos varios, que nada tiene de particular que también se den entre otras especies. Ese día el capitán de un «Snow», acompañado por uno de sus pasajeros, subió a bordo con nosotros pero como empezó a soplar el viento, no se quedaron a comer y regresaron al buque para aprovechar la buena racha. "



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