Desde el abismo del tiempo (fragmento)Edgar Rice Burroughs
Desde el abismo del tiempo (fragmento)

"Mientras recorrían el mar interior dejando atrás la isla de Oo-oh, volvieron a contar las historias de sus aventuras, y Bradley se enteró de que Bowen Tyler y su esposa habían dejado el país galu hacía apenas quince días, y que era posible que el Toreador estuviera todavía anclado en el Pacífico, no muy lejos de la desembocadura subterránea del río que volcaba las aguas calientes de Caprona en el océano.
A finales del segundo día, después de atravesar manadas de horribles reptiles, se sumergieron en el punto donde el río entraba bajo los acantilados y poco después ascendieron a la superficie iluminada del Pacífico; pero no pudieron ver por ninguna parte rastro del otro barco. Siguieron costa abajo hasta la playa donde Billings había cruzado en su hidroavión y al anochecer el vigía anunció que veía luz delante. Resultó ser el Toreador, y media hora más tarde hubo una reunión en la cubierta del esbelto yate como nadie había imaginado que fuera posible. De los aliados sólo había que lamentar las muertes de Tippet y James, y nadie lamentó las muertes de los alemanes ni la de Benson, el traidor, cuya fea historia fue narrada en el manuscrito de Bowen Tyler.
Tyler y el grupo de rescate habían llegado al yate esa misma tarde. Habían oído, levemente, las salvas disparadas por el U-33 pero no habían podido localizar su dirección, y por eso habían supuesto que el sonido procedía de los cañones del Toreador.
Fue un grupo feliz el que navegó hacia el soleado sur de California, el viejo U-33 siguiendo la estela del Toreador, haciendo ondear la gloriosa bandera de las Barras y Estrellas bajo la que había nacido en el muelle de Santa Mónica. Tres parejas recién casadas, sus lazos ahora debidamente solemnizados por el capitán del barco, disfrutaban de la paz y la seguridad de las aguas despejadas del Pacífico sur y la luna de miel única que, de no ser por los recios deberes que los esperaban, podrían haber prolongado hasta el final de los tiempos.
Y así atracaron un día en el muelle que ahora controlaba Bowen Tyler, y allí se encuentra todavía el U-33 mientras quienes pasaron tantos días en él y a causa de él, continuaron sus diversos caminos. "



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