Cada siete olas (fragmento)Daniel Glattauer
Cada siete olas (fragmento)

"Querido Leo:
Bernhard y yo volveremos a intentarlo. Pasamos unas bonitas vacaciones juntos, es más, unas vacaciones en armonía. Como las de antes, tan parecidas..., no, la verdad es que muy distintas, pero es igual. Sabemos lo que cada uno significa para el otro. Sabemos la suerte que tenemos de tenernos. Y sabemos que eso no lo es todo. Pero ahora sabemos también que no es necesario que lo sea. Por lo visto, una sola persona no es capaz de dárselo todo a alguien. Desde luego puedes orientar tu vida en ese sentido, puedes esperar que llegue una persona que te lo dé todo. Entonces tendrás esa maravillosa, seductora y emocionante ilusión de todo, que te hace palpitar el corazón, que te hace soportable una vida con síntomas carenciales crónicos hasta que agotas la ilusión. Entonces sólo se siente la falta. Conozco bastante bien esa sensación. Ya no significa nada para mí. Ya no aspiro al ideal. Quiero hacer lo mejor posible de algo bueno, eso me basta para ser feliz. Volveré a vivir con Bernhard. El año que viene pasará mucho tiempo de viaje, en largas giras de conciertos. Está muy solicitado en todo el mundo. Así que los niños me necesitan. (¿O yo necesito a los niños? ¿Aún son niños? Es igual.) Me quedaré con mi pisito, como una zona de refugio para mi «yo a solas». ¿Y nosotros, Leo? He pensado mucho en eso. También lo he hablado con Bernhard, tanto si te parece bien como si no. Él sabe lo importante que eres para mí. Sabe que nos hemos visto un par de veces. Sabe que me gustas, sí, así también, de un modo completamente normal, físico, no virtual, así, con pies y cabeza. Sabe que habría podido imaginármelo todo contigo. Y sabe que me lo he imaginado todo contigo. También sabe cuánto sigo dependiendo de tus palabras y qué gran necesidad siento de escribirte. Sí, sabe que seguimos escribiéndonos. Lo único que no sabe es qué nos escribimos. Y no se lo diré, eso sólo nos concierne a nosotros y a nadie más. Pero me gustaría que a él le pareciera algo razonable si supiera lo que nos comunicamos, acerca de qué cambiamos impresiones. No quiero engañarlo más con mis deseos insatisfechos, con mis ilusiones de todo. Quiero poner fin a mi existencia insular contigo, Leo. Quiero lo que tú, si eres honesto contigo mismo, siempre has querido: quiero —tengo curiosidad por ver si logro decirlo—, quiero, quiero, quiero... quiero que sigamos siendo amigos (¡ya está!). Amigos por correspondencia. ¿Me entiendes? No más palpitaciones. No más dolores de barriga. No más temores. No más temblores. No más expectativas. No más deseos. No más esperas. Sencillamente, mensajes de mi amigo Leo. Y si no los recibo, que no se me hunda el mundo. ¡Eso es lo que quiero! Que no se me hunda el mundo cada semana. ¿Comprendes?
Un abrazo, Emmi. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com