Los sonámbulos (fragmento)Arthur Koestler
Los sonámbulos (fragmento)

"El episodio debió ser bien conocido en la época de Kepler y Galileo, como lo demuestra el siguiente pasaje de una carta que Kepler dirigió a un colega:

Me agobias con el ejemplo de Rético. Y yo me río contigo. Recuerdo cuán miserablemente la Luna te torturó a ti y, a veces, también a mí. Si ahora las cosas no van bien con mi Marte, correspondería que tú, que sufriste parecidas vejaciones, mostraras piedad por mí.

El propio Rético describió en la Narratio prima su tormento mental, el tormento de un hombre de ciencia que, viviendo a fines de la Edad media y comienzos del Renacimiento, siente intuitivamente que debe haber una solución bella y luminosa del misterio cósmico, pero que, ello no obstante, no puede escapar a la pesadilla de los remolinantes epiciclos:

El astrónomo que estudia el movimiento de los astros es, de seguro, como un ciego que, sólo con la ayuda de un báculo [la matemática] para guiarlo, debe realizar un largo, interminable y arriesgado viaje a través de innumerables lugares desiertos. ¿Cuál será el resultado? Al avanzar penosamente por un instante y tantear el camino con su báculo, alguna vez se apoyará en él y clamará, lleno de desesperación, a los cielos, a la tierra y a todos los dioses para que le ayuden en sus tribulaciones.

Como anejo a la Narratio, Rético escribió, según la moda de la época, un elogio del país y del pueblo que lo recibieron tan hospitalariamente: Encomium Borussiae ("En elogio de Prusia"), composición efusiva, del peor estilo altisonante de los humanistas, plagada de dioses griegos y rebuscadas alegorías. Comienza con este florido paisaje:

Píndaro celebra una oda -que, según se ha dicho, fue escrita en letras de oro en una tablilla y exhibida en el templo de Minerva- las proezas de Diágoras de Rodas, quien ganó el certamen de lucha de los juegos olímpicos. En la oda se llama "hija de Venus" y "amada esposa del Sol" a la isla de Rodas. Dícese que Júpiter hizo llover mucho oro sobre Rodas a causa de que el pueblo adoraba a su hija Minerva; por la misma razón, la propia Minerva hizo famosos a los rodios por su sabiduría e ilustración cosas éstas de que eran devotos. No conozco ningún otro país en nuestros días más apropiado para heredar la antigua fama de los rodios, que Prusia.

Y así seguía. La composición tiene interés sólo por la descripción que en ella se hace de los debates que Giese mantuvo con Copérnico y por sus reveladoras omisiones. Contiene un elogio de Giese en el cual se invoca al apóstol Pablo, y otro elogio del alcalde de Danzig, a quien el autor compara con Aquiles. También contiene una descripción de los aparatos astronómicos de Giese: una esfera armilar hecha de bronce y "un `gnomon´ [reloj de sol] verdaderamente principesco, que había traído de Inglaterra y que yo contemplé con el mayor deleite". Pero no hay mención alguna de los instrumentos de Copérnico ni de su observatorio, ni de dónde vivía ni de cómo vivía, ni tampoco de cómo era. "



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