A ciegas (fragmento)Claudio Magris
A ciegas (fragmento)

"Cantar a las espadas, manejar las espadas. Magnus Finnusen, mientras cabalgo a través de esta nada baldía y rugosa, está componiendo, como me prometió en Bessastadir, su canción, el canto de Jorgen, Protector de Islandia, señor de la lanza y fresno de la estirpe, el oso traído por la helada, el soberano llegado del mar con la espada y la balanza. Quiero un canto como es debido y si es menester le echaré una mano, la escuela del viejo Pistorius no es menos digna que la de Bessastadir. Un hermoso poema de toda mi vida —de toda, incluida por lo tanto la muerte.
Escribir y poner en escena la propia muerte, como un actor que hubiera estudiado su papel. Y entonces sabré quién soy, porque es la muerte, es la hoguera, es el túmulo lo que narra la historia de un hombre, incluso a sí mismo, mejor que las biografías y las autobiografías. En Reikiavik prepararé de todas formas mi cerveza fúnebre, como quiere el rito de los funerales solemnes. Los caballos avanzan, el futuro es una tela pintada y la vida la rasga sin contemplaciones. Mi cerveza fúnebre, quizá me la bebo entera antes.
En una granja, no lejos de las grutas de lava de Stefán Hellir, hay un bastón de infamia, un báculo con una cabeza de caballo. El campesino, un hombre huesudo y escrofuloso, no recuerda por quién. Infamias se cometen muchas y poniendo un bastón, para señalar la deshonra, no hay posibilidad de equivocarse. En la ciénaga de las ahogadas también ha sido ajusticiada su hija la pecadora. Las muchachas chillan cuando les meten la cabeza debajo del agua; una vez una consiguió escaparse, nadando hasta la otra orilla. Tomaré a los bastardos bajo mi protección, haré con ellos mi guardia, como el sultán con los jenízaros. Y las madres recibirán un subsidio, con tal de que se larguen. "



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