Al límite (fragmento)Thomas Pynchon
Al límite (fragmento)

"Encuentra un largo pasillo, barrido, austero, con luces de situación muy espaciadas montadas en rieles, sombras donde no tendría que haberlas, que conduce —a no ser que se haya perdido— hacia la base aérea abandonada con la gran antena de radar. Sea lo que sea lo que haya en el otro extremo, al otro lado de la valla, el acceso de Gabriel Ice a ello es lo bastante importante para protegerlo con una clave, lo que lo convierte en algo más que un inocente pasatiempo de ricachón.
Se mueve con cautela; un cronómetro de intruso parpadea en silencio en su cabeza. A lo largo del pasillo hay algunas puertas cerradas con llave; otras, abiertas, y las salas a las que dan paso están vacías y transmiten una poco natural sensación de frío, de seguir bien conservadas, como si la historia del espanto pudiera asentarse ahí y preservarse de algún modo durante décadas. A no ser, claro, que se trate simplemente de un espacio de oficinas protegido, una especie de versión física del oscuro archivo de hashslingrz en el que se ha estado metiendo Eric. Huele a lejía, como si lo hubieran desinfectado hace poco. Suelos de cemento, canales que acaban en desagües en las zonas bajas. Vigas de acero por arriba, con accesorios cuyo propósito desconoce o prefiere no conocer. Ningún mueble aparte de grises mesas de oficina de formica y sillas plegables. Enchufes de doscientos veinte voltios en la pared, pero ni rastro de aparatos pesados.
¿Toda la laca que se ha echado ha convertido su cabeza en una antena? Porque ha empezado a oír murmullos que al poco se concretan en emisiones de radio de alguna clase; mira a su alrededor buscando a los locutores, no puede localizar a ninguno, pero el aire está cada vez más saturado de números y letras del alfabeto fonético de la OTAN, entre ellos Whiskey, Tango y Foxtrot, voces indiferentes distorsionadas por las interferencias de radio, réplicas cruzadas, ráfagas de ruido solar..., de vez en cuando una frase en inglés, que ella no es lo bastante rápida para captar.
Ha llegado a unas escaleras que descienden aún más hacia las profundidades de la morrena terminal. Más allá de donde alcanza a ver. Sus coordenadas se desplazan de golpe noventa grados, de forma que ahora no sabe si está mirando a una caída en vertical de incontables niveles o hacia delante por otro largo pasillo. La sensación sólo dura un latido, pero ¿Cuánto más hace falta? Se imagina que eso de ahí abajo es la idea que se hizo alguien de una posible salvación en la Guerra Fría, situada cuidadosamente en este callejón sin salida de Estados Unidos, con fe en la profundidad en bruto, con fervorosa confianza en que unos pocos bendecidos sobrevivirían, vencerían al fin del mundo y recibirían la venturosa llegada del Vacío... "



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