El bisturí de Darwin (fragmento)Dan Simmons
El bisturí de Darwin (fragmento)

"Dar decidió que ya había bastante por aquel día, y se dirigió por la 91 hacia la 15 y luego hacia el sur, hacia su apartamento a las afueras de San Diego. «Joder», pensó. Su jornada había empezado a las cuatro de la mañana. «A la mierda».
Transcribiría la conversación que había grabado y se la entregaría a Lawrence y Trudy, pero de ninguna manera quería seguir con aquel caso. Ya sabía lo que seguiría. Demandarían al fabricante del cochecito eléctrico, sin duda. La empresa encargada de las obras que había bloqueado la rampa también sería demandada por todo bicho viviente, desde luego.
Pero ¿y Rose?, ¿demandaría a Henry? Probablemente. Dar tampoco tenía muchas dudas al respecto. Treinta años de amistad. El hombre sólo intentaba que su amigo Bud llegara a casa a tiempo para desearle buenas noches a su mujer. Pero después de unos meses... quizás un segundo abogado...
«Que se jodan todos», pensó Dar. No quería preguntarlo. Nunca volvía a mirar los expedientes pasados.
El tráfico de la 15 era relativamente escaso, motivo por el cual Dar se fijó en el Mercedes E 340 que se había venido manteniendo junto a su aleta trasera izquierda. Las ventanillas del Mercedes, además, estaban tintadas, tanto las de delante como las de atrás, cosa completamente ilegal en California: Los policías locales y del estado habían presionado para que se aprobara aquella ley. Ninguno de ellos quería que se le acercara un coche con las ventanas completamente opacas. Además, el Mercedes era nuevo y estaba modificado para coger más velocidad, con unas ruedas de cuarenta y cinco centímetros y la parte trasera algo elevada, con un pequeño alerón. Dar no soportaba a la gente que se compraba coches lujosos, ni siquiera un acorazado de la carretera como el Mercedes E 340, y luego los convertía en coches de carreras. Pensaba que esa gente eran idiotas de la peor especie: idiotas pretenciosos.
Así que estaba contemplando por el retrovisor izquierdo al Mercedes, que aceleró y luego le adelantó por la izquierda. Había cinco carriles en aquel tramo, tres de ellos vacíos, pero el Mercedes pasó pegado al NSX tan apretadamente como si estuvieran en la última curva del circuito de Daytona. Dar suspiró. Aquél era uno de los inconvenientes de tener un coche de carreras de verdad como su Acura NSX.
El Mercedes se colocó a su par y bajó la velocidad hasta acompasarla a la suya. Dar lanzó una ojeada a la izquierda y sólo vio su propio rostro, con gafas de sol y todo, reflejado en la oscura ventanilla del enorme coche alemán.
Los instintos de hacía dos décadas volvieron de repente y Dar se agachó repentinamente hacia adelante mientras se bajaba de pronto el negro cristal de la ventanilla. Atisbo el cañón de algo mecánico y feo y muy automático (un Uzi o un Mac-10) y luego empezó el fuego. La ventanilla izquierda estalló y los cristales le cayeron encima de la oreja y el pelo, y las balas empezaron a incrustarse en el aluminio del NSX. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com