Vigilia del almirante (fragmento)Augusto Roa Bastos
Vigilia del almirante (fragmento)

"—Mi único y último testamento es el siguiente... —el humo y el olor de la pólvora empezaron a llenar la habitación haciendo toser a los presentes—. Ítem primero: Mando que se desmanden todas las mandas anteriores que pudieran existir en cualquier parte del mundo y en poder de cualquier albacea, salvo del Albacea inmortal y todopoderoso, que es Dios mismo. Ítem segundo: Renuncio a todos los títulos, privilegios y honores que me han sido otorgados, dejados en suspenso o retirados; renuncia que la muerte inminente de mi persona física hace indeclinable y absoluta. Ítem tercero: Mando que todas las tierras y posesiones que se me han atribuido en recompensa de un descubrimiento que no ha sido hecho por mí, y de una conquista que yo he comenzado y que va contra todas las leyes de Dios y de los hombres, sean devueltas a sus propietarios genuinos y originarios (respéteseme el pleonasmo, que no es tal, señor escribano). Esto se hará por mediación del Consejo de Indias y de sus legítimas autoridades con el refrendo de la Corona española. Los grandes daños y el holocausto de más de cien millones de indios deben ser reparados material y espiritualmente en sus descendientes y sobrevivientes. Ítem cuarto: En la imposibilidad física de estampar en este documento mi firma legal y religiosa de Christo Ferens (ya no soy el Portador de Cristo sino el abandonado por Cristo), dejo impresas sobre él las señas de las yemas de mis dedos con el zumo de mis ojos. Sea firmado este documento por las testigos aquí presentes, y registrado en los tribunales y juzgados competentes de las Españas y las Indias para su inmediata ejecución y hasta su total cumplimiento...
Con la ayuda del Ama y la Sobrina untó los dedos en la humedad sanguinosa que manaba de sus ojos y los imprimió al pie de ese pergamino, postrero título de la definitiva desposesión que él se otorgaba a sí y a sus herederos. Un último petardo estalló. La íngrima silueta del Almirante fue desvaneciéndose en la humareda cada vez más densa, hasta que no se le vio más. "



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