El impostor (fragmento)Javier Cercas
El impostor (fragmento)

"¿Qué es la industria de la memoria? Un negocio. ¿Qué produce ese negocio? Un sucedáneo, un abaratamiento, una prostitución de la memoria; también una prostitución y un abaratamiento y un sucedáneo de la historia, porque, en tiempos de memoria, ésta ocupa en gran parte el lugar de la historia. O dicho de otro modo: la industria de la memoria es a la historia auténtica lo que la industria del entretenimiento al auténtico arte y, del mismo modo que el kitsch estético es el resultado de la industria del entretenimiento, el kitsch histórico es el resultado de la industria de la memoria. El kitsch histórico; vale decir: la mentira histórica.
Marco fue la encarnación perfecta de ese kitsch. De entrada porque él mismo era una mentira ambulante; pero, además, porque era un inexorable proveedor de kitsch, de ese «venenoso forraje sentimental aderezado de buena conciencia histórica» que, según escribí en «Yo soy Enric Marco», proporcionaba el discurso de Marco, un discurso sin matices ni ambigüedad, sin las complejidades y vacíos y espantos y contradicciones y vértigos y asperezas y claroscuros morales de la memoria real y de la verdadera historia y el arte verdadero, un discurso desprovisto de la aterradora «zona gris» de la que habló Primo Levi, el discurso tranquilizador, empalagoso y embustero que la gente estaba deseando escuchar. En diciembre de 2004, poco antes de desenmascarar a Marco, Benito Bermejo remataba con esta frase de mal agüero un artículo escrito con Sandra Checa en el que desenmascaraba la impostura del falso deportado Antonio Pastor: «Paradójicamente, el festejo de la memoria podría significar la derrota de ésta».
Eso fue exactamente lo que ocurrió. Escribo a mediados de 2014, cuando en España ya pocos se acuerdan de la llamada memoria histórica y cuando ésta, o lo que queda de ésta, sólo muy de vez en cuando aparece en los periódicos, la radio y la televisión. La moda del pasado pasó otra vez y, sobre todo a partir de la llegada de la crisis económica en 2009, el país dejó de ocuparse del pasado para ocuparse en exclusiva del presente, como si el pasado fuese un lujo que no se podía permitir. La llamada Ley de la Memoria Histórica se reveló muy pronto como lo que era: una ley insuficiente y fría con las víctimas, que parece menos concebida por la izquierda para solucionar el problema del pasado que para mantenerlo vivo durante mucho tiempo y, mientras tanto, poder usarlo contra la derecha. De todas maneras, en el fondo da un poco lo mismo, porque esa ley hace tiempo que no se aplica, según el actual gobierno de derecha porque no hay dinero para aplicarla, y muchas de las asociaciones que florecieron en la década anterior, enzarzadas por lo demás y desde muy pronto en discusiones bizantinas e incomprensibles peleas internas, han desaparecido o manotean en dique seco, sin fondos y quizá sin futuro, como le ocurre a la propia Amical. El juez Garzón, por su parte, creyó que era posible hacer lo que se proponía hacer, pero se equivocaba: en febrero de 2012 fue condenado a once años de inhabilitación y expulsado de la judicatura, en teoría por su modo de rastrear una organización que financiaba de forma ilegal al partido en el gobierno y en la práctica por eso mismo, pero sobre todo por pretender investigar los crímenes del franquismo, por haberse ganado demasiados enemigos y demasiado poderosos y en definitiva por meter las narices donde no le llamaban. Mientras tanto, los cadáveres de los asesinados siguen en las fosas comunes y en las cunetas —la llamada Ley de la Memoria Histórica no asumía las exhumaciones sino que las subvencionaba, y las subvenciones se han acabado—, las víctimas no obtendrán una reparación total y este país nunca romperá del todo con su pasado ni lo asumirá del todo ni eliminará del todo la mentira que está en el origen o en el fundamento de todo, nunca se reconocerá o se conocerá a sí mismo como lo que fue, es decir como lo que es, los españoles no tendremos nuestra Vergangenheitsbewältigung. No, como mínimo, hasta que el pasado vuelva otra vez. Sólo que cuando vuelva ya será demasiado tarde, al menos para las víctimas. "



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