Beber un cáliz (fragmento)Ricardo Garibay
Beber un cáliz (fragmento)

"Y lo llenó inmediatamente con sus papeles, sus cajas, sus cartas, sus encajes y esa extraña e inagotable pedacería de todas telas, sin la cual no podría vivir; aquí: la Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora del Refugio, una palma de Domingo de Ramos, San Martín de Porres, dos crucifijos grandes y uno pequeño, un rosario, un cirio pascual, dos ceras; aquí: torcida la nariz, achicada la cabeza, rígidas ya las piernas, parte de los brazos y una extensa porción de la columna vertebral, rígido el vientre, abierta, caída y hundida la boca y arrugado el labio inferior, humilde el bigote, encharcada y lagañosa el agua de los ojos, y cansancio inmenso en los ojos: ateridos al fondo de cavernas que invaden las sienes, o sin rumbo a la mitad de los párpados, o abierto, semiabierto uno, que parece que no ve, que no puede ver, que contempla parajes interiores, recuerdos remotísimos, y cerrado el otro, y la respiración a cada hora más afanosa, más ruidosa, más seca, y la camisa limpia que pidió en la mañana y las manos ya ensimismadas, aquí, mi padre, el de aquellos hombros y risa brillante y alta, el hombre de caballos y pueblos cerreros, de madrugadas frías y crepúsculos bebidos a la orilla del mundo, a solas, fuera del tiempo, al paso por las jorobas de las sierras, el hombre del caballo tordillo de mi infancia, de hablar de aldeas y fumadas tan largas, tan deleitosas, que viéndolas los demás se ponían a fumar, de dedos como cordones de hilos de acero, de tan escasa esperanza en la vida, de tan llano apego a la vida: mi padre, que está aquí muriéndose desde hace cinco meses, agonizando desde hace diez y ocho días, diez y ocho noches. La pieza huele a carne y vísceras que se corrompen, a la dulzura picosa que anuncia a la lentitud de la muerte.
Así está mi padre. Así estamos. No trabajamos, no vamos y venimos, no vemos gentes, nuestros negocios están suspendidos. Pasamos las horas y las noches disparándonos hacia la pieza porque: «¡Ya, se muere, se muere, ya…!», y regresando a caminar por el resto de la casa, a mirarnos, áridos, sin palabras, a recostarnos, a tomar café, a esperar de nuevo. "



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