Hijos de nuestro barrio (fragmento)Naguib Mahfuz
Hijos de nuestro barrio (fragmento)

"Zoqlot hizo un gesto grosero con la mano y, soltando una burlona risotada, se lanzó al corredor, seguido de sus hombres. Pero no habían llegado a la mitad del pasillo cuando éste, inesperadamente, comenzó a temblar bajo sus pies, hundiéndose con todos los que estaban encima hasta el fondo de un profundo hoyo. Con increíble rapidez, todas las ventanas que daban a ambos lados del corredor, y desde ellas empezaron a arrojar agua con jarros, ollas, barreños y odres. Sin perder un momento acudieron los hombres y se pusieron a vaciar cestos de piedras en el hoyo. Por primera vez se oyeron en el barrio los alaridos de sus jefes y se vio correr la sangre de la cabeza de Zoqlot (...). A los oídos de la gente empezaron a llegar gritos de socorro que salían de las gargantas que durante toda su vida no se habían utilizado más que para maldecir e insultar. Reduán, el poeta, gritaba a voz en cuello:
-¡No dejéis ni uno!
(...)
Se hizo un gran silencio. En el hoyo, cuya superficie estaba teñida de sangre y barro, nada se movía, ni se oía el menor ruido. Los hombres de Hamdán se asomaron a él jadeando, y Reduán el poeta gritó:
-Éste es el castigo de los tiranos! "



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