Horacio Ferrer

Uruguay | 1933-2014

Poeta y letrista de canciones y de tangos nacido en Montevideo, aunque desde muy pequeño visitó con frecuencia, y residió por temporadas, en Buenos Aires, Argentina, donde fijó su residencia definitiva en 1967. Educado en una familia de intelectuales vinculados con artistas de todos los géneros, a los 4 años de edad compuso sus primeros versos. Su estrecha amistad con el bandoneonista Aníbal Troilo, consolidada en 1951, lo sumergió definitivamente en el mundo del tango. Sus primeras letras, Azul, Anclas, Caracol, Llanto por Homero, Una y otra vez, ya contienen el germen del estilo que lo haría inconfundible quince años más tarde. En Buenos Aires, conoció y entabló relaciones con las más importantes figuras del ambiente: autores, compositores, intérpretes, como Cátulo Castillo, Julio de Caro, Homero Expósito y, tal vez quien mayor influencia tendría en su vida artística, Ástor Piazzola. Entre 1956 y 1959 estudió teoría musical, solfeo y bandoneón. Publicó poco después su primer libro, El tango. Su historia y evolución, y en 1961 estrenó en el Teatro Circular de Montevideo la obra en verso El tango del alba. Activo, emprendedor y permanentemente inquieto, antes de lanzar en 1964 su primer volumen de poesía, Romancero canyengue, incursionó en la televisión uruguaya con el programa Imágenes del tango, organizó el Primer Festival Universitario de Tango en Montevideo, continuó redactando notas y relatos para la prensa y editó su segundo ensayo, Discepolín: poeta del hombre de Corrientes y Esmeralda. En 1967 comenzó a escribir la que sería su obra cumbre, María de Buenos Aires, primer paso de su prolífica asociación con Piazzola. En 1969, con Edmundo Rivero, Horacio Salgan, De Lío y otros, fundó El Viejo Almacén, local de espectáculos que pronto se convirtió en el templo del tango, para argentinos y turistas. Incansable y polifacético, acompañó a los músicos en sus giras nacionales e internacionales, participó de los recitales y discos como recitador, cantante, actor y bandoneonista, obtuvo premios y cargos oficiales, el aplauso público en todo el mundo y el reconocimiento de autores de la talla de Pablo Neruda. Entre otras obras de Horacio Ferrer, destacan los ensayos Gardel y su mito (1963) y Libro del tango (1970); los cuentos Relatos de fray Milonga (1964); los poemas Los niños de Buenos Aires y Fábula para Pedrito (ambos de 1969) y Concierto para amantes, locos y muertos (en 100 movimientos) (1977). En 1990 fundó y presidió desde entonces la Academia Nacional del Tango, que reúne a autores, compositores e intérpretes del género, e incluye biblioteca, discoteca, museo, conservatorio y escuela de baile. Desde 1996, una de las esquinas más céntricas de la Capital Federal, la de Corrientes y Callao, lleva su nombre. © M.E.

Textos:

Balada para mi muerte