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Carmela Eulate Puerto Rico | 1871-1961 | |
Poetisa, narradora, ensayista, traductora, pintora, pianista y crítica musical puertorriqueña, nacida en San Juan. Considerada como una de las figuras más destacadas del arte y la intelectualidad puertorriqueñas de todos los tiempos, es recordada no sólo por la innegable calidad literaria de su obra y por sus fructíferas labores de animación y promoción cultural, sino también por el papel relevante que desempeñó dentro del movimiento en pro de la igualdad y la emancipación de la mujer, del que fue pionera en su ámbito geo-cultural antillano. Nacida en el seno de una familia acomodada, oriunda de España y radicada en Puerto Rico, tuvo acceso desde su temprana infancia, en contra de lo que venía siendo habitual en las mujeres de su tiempo, a una esmerada formación académica que contribuyó a desarrollar y consolidar ese talante humanista que apuntó desde niña. Su precocidad intelectual y su extraordinaria sensibilidad artística quedaron bien patentes desde 1886, cuando, a la temprana edad de quince años, publicó un relato original en la prestigiosa Revista Puertorriqueña, a la sazón dirigida por el gran escritor costumbrista, de origen asturiano, Manuel Fernández Juncos (1846-1928). A partir de entonces, fueron frecuentes sus colaboraciones en los principales rotativos y revistas de su isla natal, en los que dejó estampados no sólo sus escritos de creación literaria, sino también numerosas traducciones de textos escritos en los más variados idiomas, ya que, merced a sus numerosos viajes por todo el mundo, llegó a conocer y dominar a la perfección el inglés, el francés, el alemán, el italiano, el ruso, el árabe y el catalán. En esta faceta suya de traductora, vertió al castellano numerosos poemas de algunos autores tan destacados en la historia de las Letras universales como William Shakespeare (1564-1616), Lord Byron (1788-1824) o Paul Verlaine (1844-1896); pero su mayor aportación en este campo fue, sin lugar a dudas, la traducción del texto árabe medieval titulado Cantigas de amor (1912), que la convirtió en la arabista más importante de su país. Aunque su auténtica pasión, manifiesta en ella desde sus primeros años de existencia, fueron los libros, su acusada vocación artística le permitió brillar en otras disciplinas creativas como la música y la pintura. Sus primeras incursiones en el terreno de la creación literario vinieron, como ya se ha apuntado más arriba, por el cauce genérico de la narrativa breve, al que aportó algunos relatos tan destacados como los titulados Dos hermanas (1892), En un palco (1897) y Uno de tantos (1893). Pero su actividad como prosista no alcanzó su punto culminante hasta mediados de la última década del siglo XIX, cuando la escritora sanjuanera dio a la imprenta su narración extensa titulada La muñeca (1895), una espléndida muestra del naturalismo americano. En su faceta de ensayista, se significó por su audaz y bien argumentada defensa de los derechos de la mujer, como quedó bien patente en sus ensayos titulados La mujer y el arte (1915), La mujer en la historia (1915) y La mujer moderna (1924). Situada, merced a la publicación de estas obras y de otros muchos artículos suyos de idéntica naturaleza temática, a la cabeza del movimiento feminista, la escritora de San Juan fue una de las principales defensoras del derecho de la mujer al sufragio y a recibir una educación similar a la que se impartía a los hombres. Precisamente este interés por los asuntos pedagógicos la llevó a ocuparse también de la instrucción que recibían los niños puertorriqueños, para acabar convirtiéndose, dentro de ese valiente compromiso cívico que asumió a lo largo de toda su vida, en la mayor valedora de la implantación de la enseñanza gratuita, tanto para los niños como para las niñas. En su opinión, la instrucción básica que debían recibir los menores tenía que incluir forzosamente las semblanzas biográficas de las grandes figuras históricas de la Humanidad, ya que de ellas se podían extraer los valores positivos necesarios para el desarrollo del individuo y el progreso de la sociedad. Y así, tras haber estudiado los programas educativos y haber constatado la insuficiencia de estos contenidos, se consagró con ahínco a la escritura de una serie de biografías que, a la postre -y junto a su ya citada novela La muñeca-, constituyeron la parte más sobresaliente de su producción impresa. Entre estas obras, cabe recordar aquí las tituladas Los amores de Chopin (1934), Isabel la Católica (1942), Vida de Schubert (1942), Santa Teresa (1931) y Wolfgang Amadeus Mozart (1936). Menos relieve tiene en nuestros días la obra poética de Carmela Eulate, si bien conviene subrayar algún acierto suyo de notable interés dentro de este género, como el poemario titulado Homenaje a Chopin. Falleció en Barcelona el 3 de julio de 1961. © J. R. Fernández de Cano
Textos:
La muñeca (fragmento)
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